miércoles, 18 de julio de 2018

Barrotes rotos

Ella es esa chica que lleva tatuada una jaula
con barrotes rotos para recordarse
que una vez se sintió encerrada.

Siempre habla de mariposas
pero no es que las sienta en el estómago,
es que fue oruga antes que crisálida.

Lleva grabadas con tinta
en su piel, todas las cicatrices
que tuvo que curarse sin que nadie la ayudara.

También tiene alguna marca
de esas que no se ven,
pero te cambian.

Recuerda ver bailar a su abuela
abrazada a un jersey,
lo único que le quedó de la guerra.

Y como alguien le aullaba a la luna
suplicándole que no apagara las luces,
que, por favor, le guiara a casa.


Hablaba poco, pero observaba
los detalles insignificantes,
y para no olvidarse, los fotografiaba.

Tiene veintitrés lunares en su espalda
tan perfectamente ordenados
que forman una galaxia.

Y no podéis imaginaros cómo bailaba
cuando creía que no la veía nadie
y yo cerraba los ojos para escucharla.

Tenía todas sus pesadillas guardadas
en el fondo de un cajón
junto con las cartas que nunca le enviaba al karma.

Su vida estaba resumida en tinta,
lunares y en historias fotografiadas,
también tenía una libreta
y soñaba con un día, quemarla.

Nunca le hacía daño a nadie
que no fuera a sí misma.

Recordad que lleva tatuada una jaula,
y aunque le faltaba algún barrote,
de vez en cuando, 
seguía cerrándola.