viernes, 29 de diciembre de 2017

Te toca, 2018

Se acerca el final del año y, como de costumbre, toca hacer balance.

Un año parece poco tiempo pero si analizo los cambios... me sorprendo.
He pensado que mi metamorfosis había terminado pero aún estoy en ello.

Tras volver a leer mis objetivos y propósitos para este año
me he quedado flipando.
Como una adivina he relatado todo lo que me ha ido pasando,
podría haber usado esas líneas como resumen en vez de como grito ahogado.

Más de la mitad de sueños he cumplido,
más de la mitad de miedos he perdido
(sigue quedando uno, que no quiero que se vaya),

He tatuado mis pupilas, navegado sin rumbo (sin sentirme perdida),
me he querido, he sacado sonrisas y las he llevado dibujadas.
Ese "yo misma" que tan escondido tenía ha aprendido a caminar
(más bien a volar) y va a mi lado (casi siempre).
He dejado de esconderme, me he dejado llevar,
he descubierto mi mente y me he dejado conocer.

Tenía razón, querido 2017, tenías suerte. Y ahora la tengo yo por sentirte suficiente.
Ha sido un año de más aciertos que fallos,
(y hasta esos he celebrado)
de menos días grises y más claros,
resumido en 15 viajes y 16 textos publicados (aunque casi 100 escritos).

No tengo a nadie a quien llamar por haberle echado,
me he comido el mundo y no me importa si he engordado,
he viajado, sentido y besado (también volado),
he VIVIDO en mayúsculas, negrita y subrayado.
Aún te queda tiempo, por eso sigo corriendo.

La mayoría de miedos se han esfumado porque con ojos amenazantes les he mirado
(y han salido huyendo los muy cobardes).

No tengo a nadie del que hablar en pasado.

Me he subido a trenes sin saber el destino, 
pero me han gustado tanto que guardo todos los billetes por si pretendo olvidarlos.

Para el nuevo ciclo de cambio sólo le pido que intente llegarte (si puede) a la suela del zapato
(y eso que están desgastados de tanto correr).


No necesito nada más que una lista de deseos absurdos (más bien locuras por hacer)
y el objetivo de repetir cada paso, mejorando, eso sí, algún tortazo
(aunque me han gustado hasta ellos, acaricio sus cicatrices a diario)

Ojalá dentro de un año pueda agradecerte tanto, 2018, como a tu predecesor.
Tienes mucho que superar a los años impares, ponte las pilas.

SÍ, TE ESTOY RETANDO.



Querida yo dentro de un año: 

Espero que hayas disfrutado de otro magnífico ciclo de cambio, recuerda que el año pasado fuiste valiente así que espero que no hayas sido cobarde nada más que un par de veces. 
Recuerda que dejarse llevar te funcionaba en 2017, espero que sigas sin seguir a la corriente.
Que hayas disfrutado incluso de la oscuridad, de lo imperfecto, de los miedos, de los impares. 

Que hayas seguido viajando aunque fuera con los ojos cerrados, 

que no te hayas olvidado de querer, besar, cruzar miradas, volar, reír y llorar,
que estés llena de tatuajes (en las retinas). 
Espero que te hayas emocionado, 
que se hayan roto planes y que hayas improvisado; 
no te haya superado ningún agobio, 
hayas bailado hasta que te dolieran los pies, 
hayas descubierto mundos paralelos, 
escuchado, cumplido tu lista locuras. 


Recuerda que has escrito cartas al futuro, léelas, envíalas. 


No te olvides de los que te hicieron reír, llámales, diles que gracias por hacerte un poco más feliz. 

Agradece.
Trágate el orgullo aunque amargue, pide perdón, discúlpate, no tienes que ganar siempre.

Y el consejo más importante:

Quiérete, eres lo único que tendrás siempre.