miércoles, 11 de octubre de 2017

Mundo de locos

Me he dado cuenta de que la felicidad
se esconde en las que pequeñas cosas,
pero hay que saberla encontrar.


Está en caminar por la playa
un veintiocho de septiembre
mientras suena Magic de Coldplay
y vas con los ojos cerrados
como si nadie te viera.

Está en cantar esa canción que ponen en la radio
aunque te inventes la letra.

En observar a esa pareja que se besa
a través de la ventanilla del coche
a modo de despedida.

En ver amanecer desde el tren.

En leer a Mario Benedetti
antes de irte a soñar.

En la sonrisa de gilipollas,
en esa primera gota de lluvia
que anuncia la tormenta,
en tachar un día del calendario
habiendo hecho que cuente.

En conocerse,
en estar con tu gente,
pero saber disfrutar de la soledad.

En perder el miedo al ridículo
y cada día hacerlo más.

En conducir con rumbo hacia ningún lugar,
en los planes improvisados,
en cronometrar,
en la rutina y en el cambio,
en la imposibilidad.

Está en esa mirada cómplice,
en los que se chocan en un bar,
en esa canción que te da ganas de bailar.

En ver un rayo de sol, correr a la playa
y ver que no eres la única loca
y acto seguido tirarte al mar
ya sea agosto o finales de diciembre.

En los Martes y trece, en la suerte,
en las despedidas y en volver a verte,
en los principios, en los puntos y a parte.

Está en saber volar
con los pies en el cielo
y la cabeza en el suelo.

La felicidad se esconde en este mundo de cuerdos,
para que aquel al que llaman loco
sea el único que sepa dónde irla a buscar.